Constelar para sanar, avanzar y encontrarse a uno mismo.

Constelar para sanar, avanzar y encontrarse a uno mismo.
Foto gentileza prensa

Desde hace un tiempo a esta parte, cada vez más personas eligen terapias grupales para hallar y curar falencias del presente, que pueden tener origen en situaciones pasadas.

Por Mariano Rodríguez.

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Técnicamente podría definirse a las constelaciones familiares como una práctica psicoterapéutica que explora patrones y dinámicas familiares inconscientes para abordar problemas personales y relacionales. Las mismas, se basan en la idea de que las experiencias y traumas familiares pueden influir en el comportamiento y las relaciones de las personas en el presente. En una sesión de constelaciones familiares, un facilitador guía a quien constela para que represente a su familia utilizando a otros participantes como representantes de sus miembros. Es a través de esta representación, que se busca revelar dinámicas ocultas y patrones familiares que pueden estar causando problemas o conflictos. Para poder comprobar todo esto, decidí no valerme de definiciones que podemos encontrar en cualquier sitio, sino, poder vivir la experiencia por mi mismo y compartirla con ustedes.

Ese sábado comenzó muy temprano, la cita pautada con María Paola Freccero, quien llevaría adelante la reunión, era a las 9 am. Puntualmente estuve allí, y con el correr de los minutos, comenzaron a llegar los asistentes. Antes de iniciar, me permití una charla con ella, con mate de por medio, para entender lo que iba a ocurrir durante el transcurso de esa mañana. Cuando todo estuvo listo para empezar la reunión, con cada uno de los presentes ocupando sus lugares y descalzos, Paola ambientó la locación con sahumerios y velas aromáticas, que invadieron de un intrépido aroma el lugar. Lo que ocurrió después, fue una ronda de presentación, dado que los asistentes no se conocen generalmente entre sí, y con el detalle del motivo que los había llevado hasta allí, es decir, la razón por la que querían constelar.

María Paola Freccero – Foto gentileza prensa

Por turnos, cada uno de los presentes fue eligiendo a los actores que representarían a los protagonistas de su problemática, los cuales se ubicaban al centro de la sala y bajo la facilitación amena y atenta de Paola, ayudaban a quien constelaba a encontrar respuestas a sus inquietudes. Las representaciones se extendieron por casi tres horas, con un breve intervalo. Al final, todos quedaron muy contentos y la comunión que se dio entre los presentes, fue inusual, para bien. En el medio hubo risas, llantos, abrazos, tomadas de manos y hasta me permití protagonizar algún papel secundario, pero necesario para recrear el mejor escenario posible para la constelación. 

Cuando todos se retiraron, volví a quedar a solas con Paola, solo que ahora tenía mi cabeza repleta de interrogantes, que no dudé ni un minuto en trasladar.

María Paola Freccero es licenciada en psicología y cuenta con su consultorio particular en la localidad de City Bell, muy cerquita de la capital provincial. Pero además es perito psicóloga en el tribunal eclesiástico interdiocesano de La Plata.

Para Freccero, “sólo cuando miramos y aceptamos la historia que nos llevó a vivir este presente, podemos liberarnos y romper el círculo o modificar patrones”.

Según la facilitadora “las constelaciones familiares te permiten mirar el origen de cualquier situación, conflicto o síntoma por el que te encuentres transitando y te muestran los movimientos necesarios para encontrar una solución.

M. R.: ¿Cuánto tiempo hace que llevas adelante las constelaciones familiares?

P. F: Desde el 2010 que estoy estudiando y al tiempo, empecé a constelar yo, aunque sigo estudiando en la actualidad.

M. R.: ¿Qué buscan las personas que se animas a atravesar este proceso?

P. F: Por lo general resolver un problema, entendiendo su origen y al entenderlo, poder aliviarse, más allá de que el problema se resuelva o no. A veces la problemática no se llega a resolver o no al menos en su totalidad, pero sí se produce un gran alivio al comprender el origen de el conflicto que los trajo acá. Es un punto de partida. Otras veces sí se termina resolviendo, aunque no es espontáneo, pero sí el entendimiento del origen que se da en el mismo taller. Y también pueden caer muchas fichas asociadas a ese problema o a conductas que la persona ha tenido en relación a ese problema. 

M. R.: Si tuvieses que definir qué es una constelación, ¿cómo lo harías?

P. F: Para mí es un darse cuenta, un inside, ya que en un determinado momento empiezo a entender el por qué de ese rompecabezas, como que las piezas se juntan y uno puede comprender lo que tiene que ver mi problema actual con mis ancestros y ahí sucede la magia, porque todo cobra un sentido diferente, aun teniendo el conflicto.

M. R.: Las situaciones que se exponen son muy dramáticas y a la vez sensibles, ¿cómo haces para transitarlas sin involucrarte en ellas?

P. F: Sí, las problemáticas son variadas y muchas muy sensibles y también me involucro y siento con ellos, pero con una herramienta que es la disociación que también la trabajo como psicóloga. Hay que agregar una cuota de empatía con lo que está pasando y con fortaleza para poder llevar adelante el proceso de coordinación para facilitar la constelación.

M. R.: Cuando dirigís las constelaciones ¿dejás la psicóloga de lado o hay algo de esa profesión que también fluye?

P. F: Para mí el psicoanálisis no está lejos de las constelaciones, Freud ya planteaba que nuestros síntomas tienen que ver con nuestros padres y abuelos, lo que hace Bert Hellinger es ampliar el campo por el cual llevamos los conflictos. Es decir, no solamente pueden venir de nuestros padres y abuelos, sino también de bisabuelos y hasta tatarabuelos que porsupuesto nosotros no conocimos. Ahí no juega la identificación como en el psicoanálisis, sino la implicancia, esos lazos invisibles que hay con esas personas que son nuestra familia también. Entran a jugar un papel central también los hijos no nacidos, los desarraigos, ya que muchos venimos de distintas oleadas inmigratorias y eso no quedó solo en nuestros antepasados, sino que puede ser el motivo de nuestra soledad, nuestra nostalgia, de trabas que nos impiden salir adelante con algunas cuestiones presentes, ya que quedamos ligados a un lastre que viene de atrás.

La interesante charla terminó con un abrazo de mi parte hacia Paola, que después se hizo mutuo, como gesto de agradecimiento por su tiempo, pero más aún por la vivencia.

Soy un convencido de que todo lo que nos haga bien, es mejor hacerlo a quedarse con las dudas. Por eso, si de algo sirve mi experiencia al haber presenciado una sesión de constelaciones para escribir este artículo, es que no hay fórmulas mágicas, pero conocer y entender el porqué de tal o cual problema que nos aqueja, es empezar a resolverlo, a buscar soluciones que, en definitiva, más allá de la guía, dependen solo de uno mismo. Pero sí, que haya un facilitador para orientarnos y transportarnos a situaciones muy íntimas y personales, allana mucho el camino, por lo que creo, que es una experiencia que al menos una vez en la vida, todos debemos transitar…  

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