Valijas, descanso y libros

Más allá de la temática elegida, el leer nos distiende la mente y activa los sentidos.

En esta época del año cuando, junto con el verano y las vacaciones, llega el tiempo libre y los momentos de ocio, seguramente en todos los hogares, haya un libro postergado, olvidado en algún rincón, esperando que alguien disfrute el viaje de zambullirse en sus páginas.

Quien sea habitué de la lectura coincidirá conmigo al decir que leer es un sin fin de sensaciones. Más allá de la temática elegida, el leer nos distiende la mente y activa los sentidos. Sumergirse en la lectura, es bañarse de emociones, es navegar libremente en un mar de sensaciones, es el despertar de nuevos horizontes, es sentirse sumamente vivo recorriendo el infinito laberinto de la imaginación humana.

Leer puede convertirse en el motor de nuevos deseos, en una balsa que nos lleve seguros a través de las tempestades de nuestros sentimientos, un desfibrilador potente que nos reviva las ansias de soñar despiertos.

Aprovechar esos momentos de distensión para leer, e invitar a quienes nos rodean a hacerlo, parece una tarea imposible, sobre todo cuando cada uno de nosotros no puede evitar la necesidad de perderse en el atrapante mundo que, en teoría, nos ofrece la pantalla de un teléfono celular.

Asumiendo lo difícil que puede ser para nosotros, los adultos, liberarnos de la imperiosa necesidad de mirar constantemente el celular, inmensamente más difícil es lograr que los más jóvenes lo hagan. Pero que lo difícil no nos haga creer que algo es imposible.

Démonos la oportunidad de disfrutar de todo lo que un libro y sus páginas nos pueden ofrecer. Invitemos a nuestros hijos a hacerlo. Compartamos un momento de lectura, permitámonos jugar un rato, propongámonos repartirnos los roles de cada personaje de la historia, y démosle voz a cada uno de ellos. Leamos en voz alta, démosle interpretación a cada palabra, seamos héroes o villanos, princesas u hombres de negocios acaudalados. Envolvámonos en el misterio, perdámonos en la aventura, resolvamos un caso policial o que una historia épica nos convierta en nobles traicioneros.

Usemos los libros como puentes para acortar las distancias que, con el tiempo y las obligaciones, nos fueron alejando de quienes teníamos más cerca, de nuestras familias, de nuestra pareja e inclusive de nosotros mismos.

Dentro de ese manojo de páginas, donde algún autor dejó libre sus dedos y su talento, hay todo un universo de exquisitas emociones esperando ser descubierto.

Les aseguro que si se animan a hacerlo, quedará desmoronado el viejo mito que leer es para aburridos.

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